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Ojos verdes (Parte II )

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- Mañana por la tarde voy a un casting para una serie.
Era la mejor excusa que se me había ocurrido. Ademas asi podría decir que me habían cogido y ausentarme para "grabar" sin que mi marido supiese que era infiel.
Cuando llegue a la puerta del bar eran las seis menos cinco, pero Marcos ya estaba allí. Me cogió de la mano y me llevó detrás de unos soportales, donde me besó. Después subimos a su casa. Era un piso muy pequeño y apenas tenía muebles. Solo había una cocina, un sofá y una cama. Marcos me miró como si estuviera avergonzado.
- Bueno... se que no es mucho, pero... aun no he podido comprar más cosas, y...
Le puse un dedo en los labios para que se callara.
- Lo único que necesito eres tú.
Y así pasamos cuatro maravillosos meses. Venía todos los días a verme al café, y en mi día libre íbamos a su casa, o paseabamos por el parque, o... en fin, cualquier plan era bueno si estabamos juntos.
Pero la felicidad no es eterna. En uno de nuestros paseos mi jefe nos vio, y al día siguiente vino a hablar conmigo. Estaba tan serio que pense que me iba a despedir.
- El chico ese que viene tanto por aqui... Marcos. ¿Qué hay entre vosotros?
- Victor, por favor, no seas absurdo. Es un cliente. Es simpático, nos llevamos bien, eso es todo. ¿Qué quieres que haya?
- Me lo creería si no os hubiera visto ayer en el parque.
Quise mentir. Quise decir que se había equivocado, que no era yo. Pero me quede paralizada. No podía creer que estuviera pasando.
- Victor, veras, yo...
- No quiero explicaciones. ¡Dios, eres una mujer casada! Tienes que dejarle. Si no lo haces por tu marido, hazlo por ti. Se que tienes talento suficiente para salir de aquí. No lo eches a perder por un capricho estúpido. Sabes que el arruinará todos tus intentos de conseguir un papel si se entera. Y si no le dejas, se lo dire yo mismo.

No podía hacerlo. ¿Por que tenía que abandonar a la unica persona que había querido de verdad en toda mi vida?
Esa tarde fui a su piso. Se sorprendió de verme. Iba a decirselo, pero me besó, y ya no tuve valor. Se lo dije antes de irme.
- Marcos, tenemos que dejarlo.
- ¿Qué?
- Ya lo sabe todo el bar. Hasta Victor. Nos vio ayer en el parque.Y mi marido no va a tardar en enterarse. 
- Por favor, no me hagas esto. Jamás pense que podría sentír algo así por alguien. Solo se que cada día te quiero más, que necesito tenerte cerca cada minuto, cada segundo. Que si tu no estas ya no queda nada por lo que merezca la pena vivir. Que te amo. Te amo como jamás pense que podría amar.
Después de decirme esto no pude dejarle. No quería irme, pero ya era tarde y mi marido iba a empezar a sospechar.
- Te amo - le dije. 
Y me fui.
Al día siguiente Victor me preguntó que si le había dejado. 
- No - dije simplemente
- ¿No? ¿Qué hay de tu carrera? ¿Qué hay de...?
- ¡Me importa una mierda mi carrera! ¿Has amado alguna vez a alguien de una manera tan fuerte que serías capaz de renunciar a todo, hasta a tu propia vida, por ella? Llevo muchos años casada con Jaime sin amarle. Creo que realmente nunca le he amado. Porque he descubierto lo que realmente es amar a alguien con Marcos. Así que no intentes pedirme que le deje. Corre a decirselo a mi marido, si quieres. Ya no me importa.

Victor no se lo dijo, pero hizo algo peor: le puso sobre aviso.
- Jaime, deberías controlar a Sara.
-¿ Por qué? ¿Está haciendo algo que deba ser controlado?
- ¿Aún no te has preguntado por qué después de más de cuatro meses de rodaje aún no han emitido, bueno, ni siquiera anunciado, la serie en la que trabaja?
En ese momento mi marido cayó en la cuenta.
Al día siguiente apareció en el bar. Me sorprendió y me horrorizó a la vez.
- ¡Jaime! ¿Qué haces aquí?
Marcos debía estar al llegar, y el debió notarme algo en la voz.
- ¿Es que no puedo venir a verte al trabajo? ¿Qué te pasa? Estás... nerviosa.
- No, es que me ha sorprendido verte. Hacía por lo menos dos años que no te pasabas por aquí.
- Ya, pero hoy no tenía nada que hacer y he decidido venir a verte.
En ese momento Marcos entró. Yo mire a Victor. En el fondo era un buen hombre, así que se acercó a el y le dijo: 
- El hombre que esta sentado en la barra es el marido de Sara. Así que limitate a tomarte un café, pagas y te vas.
- Muchas gracias, yo...
- No me des las gracias. No lo hago por ti. A ti te daría una paliza yo mismo.
Marcos se sento en la barra y me miró. Me acerqué para atendelo.
- Un café con leche, por favor.
Le puse el café, se lo bebió rápido y me pidió la cuenta. Aproveché para escribirle una nota y darsela con el cambio. 
"Esperame esta noche. Cuando salga nos vemos. Te quiero"
Cuando la leyó le vi sonreir, y se fue.
Fui al almacen a buscar café. Mi marido se quedo en la barra y se puso a escuchar la conversación de unos clientes. Una conversación que fue mi ruina.
- ¡Qué raro! Hoy va sola.
- Se habrá peleado con su amiguito.
- Pero esta chica estaba casada, ¿no?
- Sí. Seguro que el marido es el único que no lo sabe.
Cuando volví, los ojos de mi marido estaban llenos de rabia.
- Cariño, ¿te pasa algo?
- No, no te preocupes. Me voy a casa.
- Vale. ¡Por cierto! Esta noche tengo rodaje, así que no me esperes despierto.
Cuando salí Marcos estaba esperandome, y nos fuimos a su piso.
- Esta mañana he pasado miedo. Temía que mi marido nos descubriera. No sabes lo que podría llegar a hacer.
No te preocupes. No tengo miedo a nada si tú estás conmigo. 
Pero esa era la última noche que pasaríamos juntos. Mi marido nos había seguido y escuchaba detrás de la puerta.
Yo ya estaba preparada para irme. Nos estabamos despidiendo cuando la puerta se abrió de golpe y apareció Jaime con una pistola.
- ¡Me has estado engañando! ¡Todo este tiempo! ¡Me mentiste! ¿Así que cada vez que te ibas  "a rodar" estabas con este... con este...?
- Jaime, ¡por Dios! ¡Baja la pistola!
- ¡Callate, zorra! Os voy a matar a los dos.
Disparó. Pensé que iba a morir, pero Marcos se interpuso entre la bala y mi cuerpo. Le abracé, y vi como la vida se le escapaba lentamente.
- ¿Por qué lo has hecho?
- Porque por amor se hacen muchas estupideces.
Oi como caía la pistola al suelo. No pude controlarme más y empecé a llorar. No recuerdo haber llorado tanto jamás.
- Marcos, por favor, no me dejes. No me dejes. Te amo.
- Sabes que yo también te amo, y...
No dijo nada mas. Llamé a una ambulancia, pero cuando llegaron ya era tarde. La policía debió venir con ellos, o les avisaría algún vecino, no se. Solo se que detuvieron a mi marido y a mi me apartaron de Marcos. Bueno, de su cadaver.

Ya hace un año de esa noche, la peor de mi vida. La noche en la que perdí a la persona que más he amado nunca. He escrito nuestra historia porque se que le habria gustado. Conseguí que publicaran su libro. Pero se que jamás podre llenar el vacío de este amor. Un amor tan grande que vivirá para siempre. Y también se que jamás podre olvidarle. Su pelo, su olor, sus abrazos, sus caricias, y, sobre todo, sus ojos. Esos ojos verdes que me robaron la razón

Ojos verdes (Parte I )

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Yo le amaba. Le amaba como jamás pense que podría amar. Y el también me quería. Sus ojos, sus maravillosos ojos verdes, lo gritaban cada vez que le miraba. Pero Dios, o el destino, o lo que sea que controle nuestras vidas, quiso arrebatarnos la felicidad, no quiso que estuvieramos juntos.
Yo soy camarera en un pequeño local que un día a la semana ofrecía espectáculo. Siempre he querido ser actriz, y de momento era lo único que había conseguido. Digamos que un monton de borrachos demasiado ocupados en limpiarse sus babas no es el mejor público que se puede esperar, pero mejor era eso que nada. tenía que sacar dinero de algún sitio para estudíar interpretación.
Estaba esperando que llegara la hora de comenzar el monólogo de esa semana cuando le vi entrar. En seguida sentí algo en mi interior, algo que no podría describir. Era moreno, con el pelo negro y unos fascinantes ojos verdes que me hipnotizaron. Reconozco que después de verle me costo concentrarme en la actuación. Cuando acabé me baje del escenario y volví detrás de la barra. Entonces se acercó y sentí como un escalofrío recorría todo mi cuerpo.
- Hola, soy Marcos. Ha sido un buen monólogo. Eres muy buena.
- Gracias. Yo soy Sara. Y no seré tan buena cuando no consigo salír de este antro.
- Seguro que lo consigues. No pierdas la esperanza. Mira, yo soy escritor, y he venido a Madrid en busca de algún editor loco que publique mi libro. De momento no lo he conseguido, pero sigo intentandolo, y tu deberías hacer lo mismo.
- ¿Eres escritor? Pues me gustaría leer tu libro, asi que espero que te lo publiquen, de verdad.
En ese momento me pidieron unas cervezas al otro lado de la barra.
- El deber me llama- le dije.
Y fui a atender a mis clientes. Cuando les cobré y me di la vuelta, Marcos había desaparecido. Me invadió una inexplicable tristeza, y estuve ausente toda la noche. Cuando conseguimos que el último borracho que quedaba pagara y se fuera, empecé a hacer la caja. Después recogí mis cosas y salí. Y allí estaba Marcos, esperandome, apoyado en la pared y con algo en la mano.
- Ten - me dijo - Es para ti. Quiero que lo leas antes que nadie.
- Gracias. No... no se que decir.
- No digas nada.
Y me besó. Fue un beso dulce y suave. El tiempo se detuvo, y por un momento solo existimos nosotros. Volví a encontrarme con esos maravillosos ojos verdes.
- Estoy casada.
- No me importa.
Realmente a mi tampoco me importaba. Hacía años que no quería a mi marido. Lo único que me unía a el eran sus amenazas. El día después de la boda me lo advirtió:
- Si alguna vez me abandonas, o me engañas, o haces cualquier cosa por alejarte de mi, te juro que conseguiré que no salgas de esa mierda de bar en el que trabajas. Jamás conseguirás ser una actriz de verdad. Te lo juro.
Y yo sabía que podía hacerlo.
Al día siguiente Marcos volvió al café. En cuanto le vi supe que mi día iba a mejorar mucho. Se acercó y me susurró al oído:
- No puedo estar sin ti, no se que me has hecho. Nunca he creído en el amor a primera vista, pero si existe debe ser algo parecido a esto.
Intentó besarme, pero yo me aparté. Mi jefe estaba cerca, y era amigo de mi marido.
- Ve al baño y esperame en la puerta. En seguida voy.
Le dije a mi jefe que iba al almacén. Y no le mentí. Entré con Marcos en el almacén, y le besé con una pasión que no creía tener. Nuestros cuerpos se necesitaban.
Tardamos bastante en salír, y mi jefe se extrañó. Le dije que no encontraba una caja de cervezas. Entonces Marcos volvio a acercarse a mi. 
- Necesito verte mañana. Siento que si no te veo cada día voy a morirme.
- Mañana no trabajo. Es mi día libre.
- Por favor. Cada minuto sin ti es una vida en el infierno.
- Esta bien. Esperame aqui a las seis. Me inventaré algo para que mi marido no sospeche.

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